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Mostrando entradas de 2015

Postguerra

Nos pegamos un saque de sangre en una avenida, sabe bien y nos relamemos las comisuras de los labios pero no dejamos de sentimos enfermos, porque escurre de nuestra propia nariz. Todavía estamos vestidos rescatando el poco perfume a sábado que queda en nuestros trajes. Me duermo en tus hombros con el pelo empapado. Tus lunares se reagrupan y reorganizan según el porcentaje de tensión, así son constelación cuando te guareces en mis piernas como un cachorro, y son plaga de langostas cuando solo te acuerdas lo que hago mal, que por cierto es todo. Te puedo sentir retirarte, el ruido que hacen tus zapatos cuando bajas las escaleras, como un batería empujada desde una terraza, como un emulador del big bang. Así que otra vez caerse y levantarse, otra vez el pandemónium, otra vez los escolares que gritan en el colectivo de regreso a casa, otra vez desayunar aspirinas y jugo de naranja. Y hay que vivir igual, incluso si el aire corre con densidad de tristeza real, como si hubiera muerto e...

Octubre

Es siempre octubre. Esta atrapado en las manchas de café en tu pelo blanco, en tu nombre de ciudad antigua, en tu porte de paladín. En ese instinto de supervencia  que tengo de esperar que vuelvas, porque no tenias que irte para que pueda definir perder. Es siempre octubre. Aún sobrenada tu levedad de burbuja, que me envuelve cada vez que hablo de vos, de tus pies de india, de la caja donde te descubrí. Es siempre octubre. Mi amor desheredado aun se moja con la lluvia pertinente, mientras se articulan teorías de por qué debería ser optimista respecto a tu inconclusa custodia. Es siempre octubre. De nuevo te vas, te vas con la frecuencia con la que parpadeo;  una y otra vez, como persianas de metal bajándose, buscando desbaratar la costumbre, el eco del motor, el punto de fuga, mis brazos cruzados, la ingenuidad de tu existencia. Tus pupilas mudas gradúan con el ocaso. Sigue siendo octubre.

BABEL

Me atrevo a decir que perdí mi capacidad de escribir, pero escribir es una palabra tan reducible a lo motriz que solo diré que perdí mi capacidad de contar, de contarte. A vos mi musa silvestre, a quien tantas combinaciones le supe encontrar, hoy perdiste tu gracia. Ya no estas en mis madrugadas tentándome al insomnio, ahora solo hay romanticismo para la muerte. Ya no compongo salmos para alabar tus glorias, ahora solo te enseño los dientes cual perro al que le quieren quitar la comida. ¡Pobre de vos que tan buenas intenciones tenias! Que solo querías hacer el amor como franceses, pero sin cigarrillos ni guerras mundiales. Es que a mí me gustan mis amantes despojados de futuro, y vos estas tan vivo como el fuego, pero no como el que destruye sino como el que ilumina. Mi lobo disfrazado de cordero, mi cordero disfrazado de lobo, quien quiso quitar el pecado del mundo y terminó cometiendo todos los pecados capitales. Te quiero, pero es estéril pretender que hay algo mas excepto el s...

Remake

Es todo tan continuo porque todos los puntos finales los tenes vos, debajo de los ojos, en la nariz, en las comisuras de los labios, entre las manos. Las agujas del reloj haciendo esgrima por encima de nuestras cabezas resacadas, mientras el sol se aproximaba con trote dantesco. Fue todo tan colérico que apenas nos alcanzo para mojarnos los labios, con agua glacial del lugar que nos vio en nuestra máxima gloria. Ese encanto de fauno que tenes, tan inocente que no divisó la escopeta apuntando justo en el medio de la frente. Era cuestión de tiempo para mí, poder llegar al lóbulo de tu oreja. Pero yo tengo la gracia y el arte propios de un delincuente juvenil, y vos sos un pintor de mandalas. Nos movíamos en un espacio de vigilia parcial, donde fue muy fácil para mí ponerle molotovs a todo lo casto que encontré en tu cabeza. Ni tu mejor intento de vileza se aproxima a la versión más básica de la de esa señorita de cara lavada y hoyuelos, que te espiaba por debajo de las sabanas mientra...

Red

No se bajarme de tu cama de otra forma que no sea cayéndome, mis manos ya no pueden trazar otras curvas que no sean la de tu boca, o el lunar soberano que la escolta. Quiero golpearte por la forma en que me haces sentir, como fragmentas mi vinculo con la desdicha que tan arraigado esta a mi médula, retroalimentando todos mis puntos vacantes, cuidando derribar el muro sin que caiga Berlín. Los promedios nos sientan tan mal que se torna escatológico. Aquí yo, tan nativa de Maquiavelo hilvanada con ratón de biblioteca. Allá vos, extranjero, con esa expresión de no pertenecer a ninguna parte, tan volátil como si te estuviera imaginando con lo último que me queda de cordura, o de esquizofrenia. Así que una vez más me invitas a quemar las naves, y yo acepto atrevida, guardándome el encendedor de plástico celeste en el bolsillo del jean, inventando estas líneas en una hoja de cuaderno con un corazón irregular en el margen.