Red
No se bajarme de tu cama de otra forma que no sea cayéndome, mis manos ya no pueden trazar otras curvas que no sean la de tu boca, o el lunar soberano que la escolta. Quiero golpearte por la forma en que me haces sentir, como fragmentas mi vinculo con la desdicha que tan arraigado esta a mi médula, retroalimentando todos mis puntos vacantes, cuidando derribar el muro sin que caiga Berlín. Los promedios nos sientan tan mal que se torna escatológico. Aquí yo, tan nativa de Maquiavelo hilvanada con ratón de biblioteca. Allá vos, extranjero, con esa expresión de no pertenecer a ninguna parte, tan volátil como si te estuviera imaginando con lo último que me queda de cordura, o de esquizofrenia. Así que una vez más me invitas a quemar las naves, y yo acepto atrevida, guardándome el encendedor de plástico celeste en el bolsillo del jean, inventando estas líneas en una hoja de cuaderno con un corazón irregular en el margen.