Postguerra

Nos pegamos un saque de sangre en una avenida, sabe bien y nos relamemos las comisuras de los labios pero no dejamos de sentimos enfermos, porque escurre de nuestra propia nariz. Todavía estamos vestidos rescatando el poco perfume a sábado que queda en nuestros trajes. Me duermo en tus hombros con el pelo empapado. Tus lunares se reagrupan y reorganizan según el porcentaje de tensión, así son constelación cuando te guareces en mis piernas como un cachorro, y son plaga de langostas cuando solo te acuerdas lo que hago mal, que por cierto es todo.
Te puedo sentir retirarte, el ruido que hacen tus zapatos cuando bajas las escaleras, como un batería empujada desde una terraza, como un emulador del big bang. Así que otra vez caerse y levantarse, otra vez el pandemónium, otra vez los escolares que gritan en el colectivo de regreso a casa, otra vez desayunar aspirinas y jugo de naranja.
Y hay que vivir igual, incluso si el aire corre con densidad de tristeza real, como si hubiera muerto el rey. Incluso si tu ombligo de espiral, único moderador de la ansiedad, deja lugar al silencio que tanto tiene para musitar. Incluso si las cosas son derramadas en la pileta del baño, las canciones cantadas en mal francés, y los días vampíricos me muerden la garganta.


Comentarios

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  3. Me siento como cuando mi vieja era una pendeja fan de Kiss y los flacos un día salieron sin las caras pintadas, como que ya sabés que usan máscaras pero te asombrás igual cuando los ves como son. Escribís re mil bonito camigix ♥♥♥

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